SÉ COMO LAS FLORES Y ÁRBOLES... ENAMORADOS DEL SOL, PERO "FIELES A SUS RAÍCES

miércoles, 8 de julio de 2015

LA PALABRA MÁS BELLA JAMÁS PRONUNCIADA


“¡Me hierve la sangre cuando me entero de casos de mujeres que agreden o abandonan a sus hijos!”
“No duermo solo de pensar en los niños que son testigos de violencia contra sus madres o sus hermanitos.”
Palabras expresadas por una mujer de 40 años, quien durante 15 años de su vida buscó infructuosamente concebir un bebé a través de todos los métodos conocidos. Cada mes crecía la ilusión la cual se desvanecía en unos días y al siguiente mes, se reiniciaba el círculo de la esperanza.
Después de estos años de múltiples intentos, ha tomado la decisión de buscar la adopción y sigue en lista de espera desde hace cuatro años y las posibilidades disminuyen con cada año de vida.
Entendible su sentimiento e impotencia de querer ser madre y constatar que algunas que lo son, no valoran ni agradecen tan grande don.
Es verdad, tenemos una capacidad tremenda para acostumbrarnos a lo bueno y a lo malo, y dentro de esa costumbre, la más común es acostumbrarnos a tener gente a nuestro lado que nos quiere, nos procura y desea lo mejor para nosotros y se valora mucho más cuando su ausencia es temporal o definitiva.
Dentro de la gran variedad de amor y aprecio que podemos tener junto a nosotros ¿qué amor más puro y genuino que el de una madre? ¡Ah, como la extrañamos quienes ya no la tenemos! Cuánto desearíamos llegar a casa y ver su sonrisa al recibirnos. Sus palabras reconfortantes cuando las cosas no salen como esperábamos y su impotencia al querer quitarnos y recibir un poco del dolor que padecemos.
Bueno, hablo por la mayoría de las madres, y existen sus excepciones como las descritas al inicio, pero también están las que se hartan de tantas muestras de indiferencia y malos tratos de hijos desconsiderados. Las madres cuyos hijos abusan de tanta bondad y les llevan solo problemas que ellas no pueden solucionar y las dejan desoladas en un mar de preocupaciones.
Puedo constatar, por la observación y el seguimiento que he dado a ciertas personas, que quien es bueno hijo(a), tiene mayor posibilidad de ser muy buen esposo(a) y quien trata mal a su madre y/o padre, generalmente es el peor partido que puedes tener a tu lado.
Difícil entender de dónde saca tanto amor una madre, solo hasta que se tiene un hijo, y más difícil es entender en qué momento un hijo puede hacer sufrir tanto a quien le dio la vida.
Gran verdad de Khalil Gibran quien escribió que Madre es la palabra más bella pronunciada por el ser humano y también una de las primeras pronunciadas.
Graciela Heder, describe magistralmente el profundo significado del amor de una madre:
“De niños creemos que mamá todo lo puede, que no siente cansancio, que no sufre... esa imagen que guardamos de ella con el tiempo no coincide con la que vemos cuando pasan los años. Entonces descubrimos que mamá también sufre, se cansa, está triste, no tiene fuerza, calla ocultando el dolor.
La vemos como un héroe sobrevivir a grandes tragedias, llevarnos de la mano conteniéndonos y mostrándonos la vida siempre del lado más bello.
De niños no entendemos sus lágrimas... de adultos nos preocupan... o no las comprendemos.
Así como nosotros necesitamos tantas veces de la protección de esos brazos fuertes, de la comprensión de nuestros gestos o de nuestros silencios, de nuestro dolor... ella también nos necesita. 
Por eso debemos detenernos y observarla, abrazarla y hacer que sienta que estamos allí, que nos importa, que es valiosa... y de esta forma regresaremos a ella el más hermoso sentimiento que nos enseñó, el sentimiento que lleva paz y tranquilidad en los momentos difíciles de la vida, el que nos contiene, el que minimiza el dolor, el que nos hace luchar por nuestros sueños e ideales, pero por sobre todo nos enseña a dar sin pedir nada a cambio: ¿sabe cuál es ese sentimiento: El Amor incondicional de una madre”.
Todas las bendiciones a quienes dicen sí a la vida y a la responsabilidad que conlleva un hijo. Todo el agradecimiento a las madres que se entregan con amor y desinterés forjando personas de bien y buscan a toda costa su superación y su ferviente anhelo para que cumplan todos sus sueños, disfrutando inmensamente los éxitos de sus hijos.
Un reconocimiento sincero a su sagrada misión de ser madre, la cual no es nada fácil y que se consolida con fortaleza y desalientos, con alegrías y dolores, con muchas recompensas, pero también con ingratitudes, sacrificando muchas veces su propia felicidad.
Además, mi gran admiración a tres tipos de madres:
A quienes han sufrido y sobrellevado la pena de haber perdido a un hijo y aun así sonríen y dan testimonio de fe y esperanza de que algún día se reencontrarán con sus hijos amados.
A esas mujeres que aceptan criar y formar seres que no concibieron físicamente, pero que los aman igual o más que si así lo fueran.
Y a quienes son ¡madre y padre a la vez! y dicen ¡SÍ A LA VIDA! y enfrentan todo tipo de adversidades por sacar adelante, con dignidad a sus hijos.
¡Bendiciones, mamitas lindas!
Y como cada año digo: 
¡Mamá!… ¡te amo hasta el cielo!

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